Ayer fue una noche muy especial para muchos de nosotros y de nosotras. San Juan y sus hogueras, han generado en mí una poderosa atracción desde la más tierna infancia por todo el misterio que envuelve siempre al fuego, pero ayer tenía para algunos una relectura diferente, de purificación, de nueva mirada.
Desde el viernes 13 de Marzo, además de haber perdido desgraciadamente a demasiadas personas en este país, parecía como si también hubiéramos perdido semanas de nuestra propia vida, sin embargo, también eso lo estoy interpretando con una nueva mirada.
Mi mirada hoy es, por muchos motivos, totalmente diferente a la que tenía el 13 de Marzo pero podría arriesgarme a decir que también lo es a la de hace unas semanas.
Desde hace ya muchos días, he tenido la inmensa fortuna de compartir horas de conversación y análisis con decenas de personas en muy diversas organizaciones.
Hemos reflexionado sobre lo vivido y sobre cómo lo hemos vivido, de lo que se ha hecho bien a nivel individual, de equipo y como organización y de lo que se podría haber hecho todavía mejor para poder seguir siendo mejores en el futuro.
Me ha sorprendido la contención emocional inicial de la gran mayoría. Contención que se iba diluyendo poco a poco, a medida que todos compartían su experiencia con el resto.
Me he emocionado más de una vez escuchando testimonios…
Me ha encantado celebrar la alegría de muchos reencuentros. No podíamos tocarnos ni abrazarnos, pero tuvimos que desarrollar “nuevas maneras de mirar” y “nuevas maneras de mirarnos”.
Todos sabemos que no es lo mismo oír que escuchar, pero también estamos interiorizando que no es lo mismo ver que mirar…
He observado brillo en las miradas, cariño, complicidad, agradecimiento y reconocimiento, porque sin duda esta ha sido una de las palabras más repetidas durante estas sesiones. Se ha reconocido la labor de directores y directoras, de jefes y jefas, de departamentos de RRHH, o como a mi me gusta llamarles, de personas. Se ha reconocido la labor de los departamentos de Sistemas que han tenido que facilitar nuestras conexiones, de compañeros y compañeras del propio departamento y de otros departamentos, de la ciudadanía o de nuestras propias familias.
Nunca antes había escuchado tanto merecido reconocimiento junto ni había sentido tanto aplauso debido.
Una de esas personas dijo un día, que todos aquellos comentarios habían sido “caricias para el alma” y muchos lo compartimos de inmediato, porque es un regalo constatar que todo aquel esfuerzo mereció la pena y ayudó a otros.
En Fomento de San Sebastián, organización que no paró ni un solo día durante la crisis y que se ha entregado en cuerpo y alma a la ayuda a la ciudadanía, uno de los miembros del equipo afirmó que cuando se trata de ayudar a los compañeros, compañeras y a la ciudadanía, “el esfuerzo no se negocia” y por eso nadie ha escatimado, y sigue sin escatimar esfuerzo para dar el mejor servicio y ayudar.
Por eso creo que después de todo, sin olvidar ni durante un breve segundo el dolor por las pérdidas que jamás se podrán recuperar, también estas semanas nos han traído belleza y sin duda, un nueva mirada de la realidad. Y sería una pena perder esa mirada en el futuro.
ECHEMOS LO MALO AL FUEGO Y QUEDÉMONOS CON TODO LO BUENO Y SIGAMOS AGRADECIENDO Y RECONOCIENDO LO QUE DE VERDAD IMPORTA