El resultado más visible del coaching es también la principal razón por la que una persona acude inicialmente a un proceso de coaching: LA ACCIÓN. Las personas queremos CAMBIAR, ver resultados, AVANZAR.
La verdad es que si nada cambia, nada cambia. Con frecuencia, algo nuevo del exterior, como un nuevo resultado, supone crear algo nuevo en el interior. Para alcanzar los resultados que se han propuesto conseguir, es muy probable que los coachees necesiten cambiar sus actitudes, sus paradigmas o sus creencias subyacentes.
El Coaching Coactivo como lo llaman Kimsey- House, Sandahl y Whitworth, busca además un segundo resultado complementario aunque igual de importante, el APRENDIZAJE. Todas las habilidades de coaching se utilizan para impulsar la acción y profundizar en el aprendizaje del coachee y para ello cada coach debe centrar su esfuerzo en IMPULSAR y PROFUNDIZAR.
Acción y aprendizaje son lo que experimenta el coachee, mientras que impulsar y profundizar son tarea del coach.
Este viaje supone para el coachee la valentía necesaria para asumir riesgos en nombre del cambio, compromiso y dedicación con un propósito.
La persona que ejerza como coach requerirá a su vez, autenticidad, escucha, intuición, curiosidad, creatividad, impulsar, profundizar, realizar preguntas poderosas (existe una gran diferencia entre las preguntas convencionales que obtienen información, y las curiosas que suscitan la exploración personal) … en resumen, capacidad para trabajar en el contexto de la relación.
Y ambos tendrán que alimentar una conexión basada en la confianza. Una relación real no se construye sobre la amabilidad, se construye sobre la autenticidad. Eso supone con frecuencia, interrumpir. Tal vez sintamos reticencia a la hora de interrumpir, porque consideramos que no es nuestro estilo. Pensemos entonces que cuando lo hacemos, no estamos interrumpiendo a nuestro coachee, estamos interrumpiendo la historia que se está interponiendo en el camino que oscurece y enturbia la imagen.
Durante el proceso es más que frecuente vivir un momento de “bajón” cuando el coachee toma conciencia de que no es lo mismo hablar de la acción que acometer la acción. Por ello resulta fundamental para ambas partes ser capaces de celebrar el fracaso. El miedo a fracasar es el asesino número uno de los grandes planes y de las buenas ideas. Más que la falta de conocimiento o de habilidad, más que la falta de una estrategia clara o de un plan de acción, el mayor obstáculo al avance de los coachees es la parálisis que causa el miedo al fracaso. Sin embargo el fracaso es la vía más rápida de aprendizaje. Existe una gran diferencia entre fracasar en algo y ser un fracaso.
Celebrar en este sentido significa reverenciar y valorar la experiencia del coachee. Valoramos muy profundamente el fracaso porque muy poca gente está dispuesta a ponerse en esa posición y merece la pena celebrarlo cuando ocurre.