CUIDARNOS Y CUIDAR A OTROS


El pasado puente del Pilar fui a La Rioja y cuando iba paseando entre viñedos teñidos de colores por la llegada del otoño descubrí este “DESCANSO DEL PASTOR” y me pareció una idea y un lugar maravilloso.

Cuántas veces me he acordado de este lugar en las últimas semanas hablando con clientes y participantes de nuestras sesiones.

La gente está cansada, muy cansada diría yo. El año ha resultado y sigue resultando duro y ha habido que convivir con muy malas noticias, con cambios, con incertidumbre, con normativas, procedimientos, restricciones, con muchas jornadas infinitas de trabajo, con miedo y con presión. Esto hace que como sociedad estemos vulnerables e irritados. Me llama la atención el gran número de veces que he escuchado en las últimas semanas que las personas en su trabajo han mostrado unos su mejor y otros su peor versión.

Además, esta pandemia no ha sido un trauma colectivo puntual que hay que superar, sino que ha supuesto y está suponiendo un maratón que todavía no ha terminado.

A los que nos gustan los deportes de fondo, sabemos que este tipo de actividad no se desarrolla con las piernas, sino con la cabeza y con el corazón y que resulta importante coger un ritmo aunque sea más lento y aguantar, que desfondarnos en los primeros kilómetros llevados por el deseo de llegar antes.

Creo que muchas organizaciones están viviendo estos días de fin de año el “muro” que sienten muchos corredores cuando creen que no pueden más, pero siempre se puede, si se aguanta, el muro pasa. Pero, seamos humildes, no se trata de ganar, sino de llegar.  Tampoco ocurre nada si nos paramos unos minutos a estirar, beber agua o comer, en definitiva, retomar la fuerza para continuar.

No podemos olvidarnos en este camino de cuidarnos y cuidar a otros, especialmente los líderes de equipos, es decir, los pastores, porque en esta crisis como en tantas otras la clave está en las personas y nos la jugamos en su cuidado y por tanto en nuestro cuidado.