DE POR QUÉ NOS FRENA LA PEREZA Y CÓMO MOTIVAMOS A LOS DEMÁS Y A NOSOTROS MISMOS


Hace unas semanas, Ekaitz Martin me recomendó un libro: “Errar es Útil” de Henning Beck…

Tenía razón en lo referente a que el libro me resultaría de sumo interés y por ello Ekaitz, una vez más te doy las gracias.

Particularmente me ha resultado muy interesante el capítulo referente a motivación.

Lo que comparto a continuación son diversos párrafos del libro que a mí personalmente me han invitado a la reflexión y que considero pueden resultar estimulantes para mucha más gente:

  • “Que a veces nos sintamos desmotivados solo es el precio que tenemos que pagar por ser independientes de las recompensas o halagos externos, ya que la motivación duradera siempre proviene del interior”.
  • “Cada persona tiene su estímulo que le mueve y éste funcionará mejor cuando la recompensa sea de hecho un poco mayor de lo que esperábamos, porque las cosas que de verdad nos motivan no son las recompensas en sí, sino la expectativa de obtener un poquito más, o volver a esperar a que nos den una sorpresa si ya nos habían dado una sorpresa en otra ocasión.

Por tanto, se puede apreciar que sorprenderse es cada vez más difícil con el tiempo, porque sorprenderse de forma voluntaria tiene tan poca gracia como hacerse cosquillas.”

  • “Siempre que algo nos sorprende positivamente, se genera en nuestro cerebro un instante de felicidad, en la región cerebral correspondiente a la recompensa se libera dopamina, cuatro veces más de lo habitual”.

 

  • “En principio, siempre estamos en esencia motivados. Queremos mostrar lo que sabemos hacer, queremos que nos valoren, queremos mejorar. Nadie quiere estar tirado en el sofá para siempre, sino que quiere un objetivo con el que entusiasmarse”.

 

  • “Entonces, ¿Cómo se motiva a las personas? De ninguna manera. En realidad es misión imposible. No se puede motivar a nadie, ya puede gritar todas las veces que quiera “tu puedes”, porque tampoco puede conseguir que alguien este hambriento o sediento.  La motivación es lo que se  activa cuando uno está esperando ser confirmado por los demás como sujeto y por su rendimiento. En este caso lo único que tiene que hacer es esperar hasta que la motivación aparezca por sí misma.  Lo mismo que ocurre cuando después de un tiempo sin comer le entra hambre y le aparezca una buena pizza.

Si esto es así y la motivación es inherente a nosotros, ¿por qué nos quejamos siempre desmotivación?, ¿o por qué no tenemos ganas de ir a trabajar, de pasarnos por el gimnasio, de aprender el vocabulario de inglés?, ¿dónde ha ido a parar ese impulso interior tan fuerte?”

  • “Nuestro sistema de motivación tiene tres puntos débiles: en primer lugar, quiere beneficiarse personalmente al máximo posible; en segundo lugar, quiere la recompensa de inmediato en lugar de más tarde, ambos aspectos llevan a postergar asuntos y ceder a nuestro zángano interior; en tercer lugar, las recompensas también deberían ser lógicas y personales. Este último punto es la razón por la cual estamos rodeados de todo tipo de sistemas de desmotivación en este mundo que minan nuestro impulso.”

 

  • “Una recompensa inmediata se valora más que una futura.

Justo esta inseguridad temporal es la que aprovechan nuestros bajos instintos para socavar nuestro impulso interior.

Ese zángano interior hasta cierto punto nos desmotiva indirectamente al  intentar que valoremos peor las recompensas futuras que las actuales.”