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NEREA URCOLA, PSICÓLOGA Y CONSULTORA ESPECIALIZADA EN DESARROLLO ORGANIZACIONAL
«Hay muchos jefes, pero pocos buenos; cuesta decir que un trabajador hace bien su tarea»
A principios del siglo XXI, se comienza a hablar de la importancia del ser humano en la empresa, ya que la organización se ha dado cuenta de que tratarlo bien aporta resultados positivos. Urcola dice que no le importa que ésta sea la causa si, al final, «quien se beneficia es la persona»

SAGRARIO ZABALETA

Nerea Urcola, durante su intervención en Civican.FOTO: CEDIDA
PAMPLONA. En una ocasión, la psicóloga Nerea Urcola coincidió con una directiva en Bilbao, la cual le comentó que había vivido las diferentes «modas» que habían capitaneado la gestión de las empresas, como los certificados de calidad ISO, el modelo de excelencia EFQM… Por lo que le planteó una pregunta: «¿La importancia de las personas en la organización es un nuevo ciclo dentro de la gestión?». Ante esta cuestión, Urcola le contestó: «Ahora, la empresa se está dando cuenta de que tratar bien a la gente aporta resultados positivos». A lo que esta directiva le añadió: «Me lo temía, se hace solamente por interés».
Sin embargo, esta psicóloga y consultora especializada en desarrollo organizacional recalca que «no importa el motivo que lleve a reconocer la valía del ser humano, lo que cuenta es que se haga, ya que existe poca conciencia del ser humano». Nerea Urcola participó esta semana en una jornada dirigida a las mujeres y organizada por Caja Navarra en Civican, que se presentó con el título, Aprender a liderar con razón y emoción.
¿Por qué ahora se habla tanto de la importancia de las personas?
Las empresas son sistemas sociales con resultados económicos. Una definición con un contenido emocional, y del que no somos muy conscientes. Los jefes deben apoyarse en la técnica y en la sensibilidad para realizar su tarea. Hasta ahora, no resultaba complicado coordinar, ya que únicamente se tenía en cuenta la técnica. Sin embargo, para dirigir se necesita un 20% de ésta y un 80% de sensibilidad, y es esto último lo que provoca problemas al no saber dominarla. Y es que nadie nos ha enseñado a controlarla. Antes resultaba muy fácil dirigir, ya que únicamente se aplicaba la técnica en las funciones directivas, a la hora de prever, planificar, organizar, decidir, coordinar y controlar. Pero, eso ha cambiado, ya que a estas funciones se unen las personales, en las que el jefe informa y forma al equipo, se comunica con él y evalúa, y al que también tiene que motivar.
¿Tenemos buenos jefes en las empresas?
Hay demasiados y pocos lo son. ¿Qué le cuesta a un jefe decir a las personas de su equipo que hacen bien su tarea? Somos muy cutres por no hacerlo.
¿Un directivo puede ser amigo de sus empleados?
No, en cuanto alguien asciende de cargo, tiene que cambiar el chip. A pesar de que uno mismo se siga viendo igual que antes, el resto lo percibe distinto. Pasa a ser responsable de personas, a las que tiene que conocer, porque es la única forma de poder dirigirlas. Para ello, conviene que observe, escuche y dedique tiempo a esta tarea. Además, a un jefe no se le puede olvidar que su horario no concluye a las seis de la tarde.
¿Dirigir y liderar se pueden considerar sinónimos?
No se puede liderar sin dirigir correctamente. La dirección de las personas abarca la parte racional y el liderazgo, la emocional. Dirigir supone conducir a un equipo al logro de unos objetivos concretos. Así, los jefes deben trabajar para que los colaboradores sepan, puedan, quieran y consigan las metas marcadas. Aunque, el que dirige únicamente toma decisiones de ejecución inmediata.
¿Cómo se sabe que una persona es un líder?
Actualmente, el liderazgo en las organizaciones está en crisis. Un líder sabe marcar el camino del mañana, asume incertidumbres y genera convencimiento en su equipo. En definitiva, tiene la capacidad de efectuar y encauzar el cambio. Aunque, si uno pretende cambiar algo, debe tomar conciencia de que lo quiere hacer; y para eso, tenemos que superar los miedos y los agobios que se encuentran fuera de nuestro control. En estos momentos, vivimos en una sociedad victimista, en la que nos acomodamos y pretendemos que el resto nos haga las cosas. Necesitamos gente con iniciativa.
¿Cómo conseguimos que una persona siga a su jefe por devoción?
Para generar confianza, uno mismo debe estar convencido de lo que está transmitiendo, por medio de argumentos racionales y emocionales, convirtiéndose en un modelo de entusiasmo.
¿Cómo logra uno mismo ser líder?
Uno debe quererse mucho, mucho para liderar un equipo, con emoción y razón. Aunque, para ello, también se tiene que conocer a sí mismo, algo que supone mucha madurez para la persona. Pero, para realizar ese análisis, necesita conocer qué opinan los demás de él. Una información que se obtiene preguntando a aquellos trabajadores de confianza sobre cuál es el comportamiento que perciben de él mismo.
Los directivos, a examen
Durante su intervención el pasado jueves en Pamplona, la psicóloga Nerea Urcola lanzó una serie de preguntas a las cerca de 60 personas que asistieron a la jornada para que reflexionaran sobre el cargo que ostentan en sus respectivas empresas y para que estudiaran cómo lo están desempeñando hasta el momento: ¿quiero ser un líder de razón y de emoción?, ¿qué voy a hacer para saber cómo lo estoy haciendo bien?, ¿qué voy a hacer para conocer a los demás?, ¿qué hago para convencer?, ¿se mostrar entusiasmo?, ¿cómo conozco las necesidades de mi gente? Urcola formuló cada uno de los interrogantes para que estos jefes y directivos de diferentes organizaciones se analizaran. Para después plantearles la última pregunta: ¿cuál quieres que sea tu próximo primer paso? «Estamos en una sociedad en la que dedicamos poco tiempo a pensar, ya que vivimos muy deprisa. Somos animales de acción y nos cuesta mucho pararnos a pensar», indicó esta psicóloga. Por ello, resaltó que de las funciones que debe desempeñar un directivo, «prever, organizar, planificar y controlar suelen ser las que más cuestan llevar a cabo, ya que se trata de funciones en las que hay que reflexionar». >S.Z.