Todos somos conscientes de que las técnicas y procesos directivos están en profunda transformación y los modelos de poder y dirección anteriores no sirven ya para estimular, dirigir y liderar a personas y equipos. Por ello, una de las áreas en la que todo directivo debe ejercer un dominio cada vez más preciso es la de DIRECCIÓN Y LIDERAZGO DE PERSONAS Y EQUIPOS, materia de reconocido interés especialmente si se tiene en cuenta que una de sus principales funciones es la de dirigir con la mayor eficacia el equipo humano a su cargo.
Cada vez oímos con más frecuencia que las personas son el activo más valioso de la organización, sin embargo, muchas veces dejamos que reduzca su valor simplemente por la mala atención y escaso cuidado de las mismas. Si de verdad consideramos que son la principal ventaja competitiva, debemos preocuparnos de su desarrollo. Los directivos y mandos deben tomar conciencia de que entre sus responsabilidades se incluye el lograr que «valgan más» con el transcurso del tiempo y, para ello, es necesario llevar a cabo procesos de ayuda e invertir en su preparación y desarrollo profesional.
Disponer de un equipo motivado e involucrado en el proyecto de empresa construye la clave de la competitividad. Aspectos como la calidad, la productividad o la rentabilidad dependen en buena medida de la capacidad del directivo para motivar e involucrar a su equipo.
Las personas responsables de equipos en las organizaciones deben ser capaces de dirigir y liderar personas en base al trabajo en equipo, la participación y el desarrollo de marcos motivacionales donde los trabajadores encuentren satisfacción en el desarrollo de su cometido y puedan crecer como personas y profesionales. Para adquirir y mejorar las competencias que requiere el nuevo entorno, el proceso habitual de desarrollo directivo a través de la propia experiencia se muestra insuficiente. Es preciso promover activamente su propio desarrollo para ser capaces de seguir siendo efectivos con el paso del tiempo.