Su actual versión hedónica y placentera, convertido en un producto de lujo asociado al ocio, nada tiene que ver con lo que era hace apenas 40-50 años atrás, donde se trataba de una necesidad primaria para una gran parte de la sociedad, como recurso y “energía barata” para trabajos que requerían de un mayor empleo de la fuerza física. Es una evolución similar a la que ha sucedido para muchas empresas y sus productos, mucho más acentuado en las tecnológicas y de servicios.
En general, de manera pública, se reconoce al enólogo o enóloga como la persona exclusiva de la que depende su elaboración, pero no es así. La producción de todo vino siempre cuenta por detrás con un gran equipo de personas a las que es necesario dirigir de manera excelente. Sin una buena materia prima, base de la elaboración de un gran vino, no se puede hacer nada, pero sin un equipo que se responsabilice y trabaje en la dirección marcada por los responsables enólogos, no hay lugar para un gran resultado final.
Son muchos los factores de los que depende la elaboración de un gran vino y no siempre todo va sobre lo previsto. Se ha de cosechar una materia prima de primer nivel, dependiendo de la climatología, pero algunas veces las condiciones meteorológicas son adversas. El siguiente paso es el de obtener el vino de esas uvas de lujo, pero las levaduras pueden dar problemas, la evolución de su crianza en barrica no es la esperada o simplemente hay miembros a los que les falta la pericia, el interés o conocimiento necesario.
Eso sí, aunque todos los miembros del equipo son co-responsables del proceso y del producto, una o dos personas del equipo serán las responsables finales del producto terminado, así como de marcar el trabajo necesario del resto para lograr ese gran vino deseado…
¿Qué ocurriría si todos fuésemos enólogos con capacidad de decisión, todos y cada uno de los miembros de nuestra empresa?
A priori, para muchos ésta sería la forma más sencilla de entendernos, .pero nada más lejos de la realidad. Dado que cada profesional (no olvidemos que es un ser humano) aun teniendo la misma materia prima, elabora el vino que le llena, el que por conocimientos puede elaborar o por sus gustos personales., los resultados finales serían totalmente diferentes.
La objetividad en estos casos se muestra en un porcentaje menor que el de la subjetividad, y ahí hay un amplio campo de acción para desviarnos de una línea maestra, la cohesión y los intereses del equipo.
Aún siendo todos enólogos expertos, y aunque para muchos a priori todo fuera sobre ruedas, salvando las inclemencias meteorológicas, la realidad es que no lograríamos obtener un vino icónico… ¿Por qué? ¿Por qué las cosas podrían ir mal y no estar a la altura del resto de añadas y lo que el cliente nos demanda?
Varias son las razones:
Por todo ello, te invitamos a vivir una experiencia de equipo única a través de los sentidos, acompañados por un experto en el mundo del vino y un coach especializado en equipos que rodeados de un marco incomparable conducirán al equipo a los siguientes objetivos:
En colaboración con Cámara de Gipuzkoa, el equipo directivo de KSB- ITUR, pudo profundizar en ese baile entre el mundo del viñedo, la elaboración del vino y el trabajo en equipo.
Hace años que tengo la suerte de disfrutar de este colectivo y vivo con satisfacción personal el poder compartir su crecimiento constante como equipo.
También decía Javier que la mejor uva, es la que tiene la piel más cerca del corazón y yo creo que esta ha sido otra de las claves de este equipo.
Raíces fuertes y profundas, a la vez que piel cerca de corazón, es decir, objetivos retadores, claros, compartidos, un propósito común, una estrategia, afán de superación, comunicación y un líder que ha dado ejemplo diario de que todo esto es compatible con la ilusión, la cercanía y el disfrute.
Una metáfora significativa en mi vida es el viñedo. Cuando vemos una vid nos solemos quedar con su tronco, el color de sus hojas y sus frutos, pero toda vid esconde bajo tierra su mayor potencial, sus raíces.
Como nos decía Javier Bañales la semana pasada, la vid es un ser vivo resiliente y precisamente encuentra en sus raíces, esos anclajes que le ayudan a sobrevivir en tierras, o meteorologías hostiles. Esas raíces en un equipo son sus valores, su propósito, su estrategia y su comunicación.